The Nine Rings of Wu-Tang

Nada que el Clan no consiga

Os voy a ser totalmente sincero y haré mías las palabras de Francisco Umbral. Yo he venido aquí a hablar de Wu-Tang Clan. El cómic es mi excusa y los ya veintidós años de su lanzamiento una coartada perfectamente estudiada. Esto no es más que una mera carretera a medio asfaltar, un proceso de ensayo y error que se quedó en eso, en error. Un paradigma que pone en el escaparate que la inquietud cultural no tiene barreras. Un producto que, pese a estar en el montón de los cualquieras, está fuera de las reglas establecidas de lo mediocre por todo lo que le rodea. Un monumento a la constancia hecha música e industria internacional alrededor de la misma.

Cuando el mal está encarnado en la tiranía de un rey déspota y amenaza la vida de todo ser viviente, la ancestral lucha del bien y el mal toma nuevamente protagonismo, esta vez, en una era atemporal y perdida que, hasta hace bien poco, permanecía olvidada por el ser humano. Nueve guerreros errantes reunidos por sangre sufrirán los estragos de esa lucha y no tendrán más elección que enfrentarse de cara a la amenaza para conseguir un mañana mejor. Ya suenan las campanas de guerra así que preparaos que, a ritmo de rap, nos adentramos en las entrañas del Clan.

“Las artes marciales son las artes de la evolución humana.
Su objetivo es la expansión de la mente y el espíritu.
Todo lo demás es un dominio físico inconsecuente,
es solo un subproducto, un ejercicio.
el dominio del yo es la verdadera alquimia”

Creado por los propios guionistas Brian Haberlin y Aaron Bullock junto a la mente pensante de Wu-Tang, RZA, esta epopeya sin final parte de una historia original ideada por K.D. Andrews y que, desgraciadamente, no contó ni con la regularidad necesaria ni la aceptación de un fandom que tenía mucho donde elegir. Un final que no sorprendió ni a los fans más entusiastas del grupo neoyorquino y que lo ha convertido más en un elemento de coleccionismo del que presumir que de un cómic del que disfrutar. Un tesoro atemporal que muestra hasta dónde se puede llegar cuando la inquietud y la calidad –y el dinero, por supuesto– van de la mano.

Pocos grupos han llegado tan alto como lo ha conseguido Wu-Tang pero que, pese a todo lo anterior, para mí este cómic fallido es un triunfo. Un golpe en la mesa sobre la ambición y el talento de un grupo que hizo realidad lo que allá por 1992 ideó el propio RZA, cuando prometió a los miembros del grupo que si le dejaban tomar el control total del grupo, en pocos años dominarían el panorama hip-hop internacional. En 1997, sucedió como estaba planeado con la salida de Wu Tang Forever, su segundo disco. Todo lo que vino después es historia. A partir de ahí música de calidad, una marca de ropa, todo un conglomerado mundial donde no faltaron ni videojuegos ni esta historia en viñetas.

Este cómic va de misticismo, de legendarias historias que han trascendido el tiempo y permanecen ocultas para ser nuevamente descubiertas. De guerreros misteriosos con la necesidad de hacer el bien y sufrir las consecuencias. Pocas cosas quedan claras, es cierto, y las que brillan con claridad saben anteponerse a la complicación argumental. Lo poco que se hizo es muy genérico y de corte épico pero ¿Puede ser todo tan simple? Lo es y se vislumbra que, si todo hubiera funcionado, la historia podría haber mantenido un nivel aceptable entrelazando dichos relatos con el presente.

Un Battle Chaser menor que aúna la espada y brujería de manual con claras referencias a las artes marciales. Un clan disperso en un mundo de supervivencia, de criaturas y bestias mencionadas en pergaminos y que llegarán a las manos de un arqueólogo a través del descubrimiento de una espada que sobrevivió al tiempo. Un guión que quizá pudo profundizar en su propia mitología y que pese a su cierre brusco cuenta con varias referencias del género decentemente integradas. Y en medio de todo eso, los nueve miembros del Clan.

Más allá de haber madurado musicalmente bajo esas bases claustrofóbicas con declaradas influencias orientales. De cientos de cortes de películas sobre artes marciales y por el simple hecho de sentirte especial leyendo algo basado en tus raperos favoritos, está el arte de Clayton Henry que es, con diferencia, lo mejor –y casi lo único– de este invento. Con un estilo potente y muy claro, no necesita detallar a sus personajes para darles vistosidad, movimiento. Cumple muy por encima del guión –que no es muy difícil– casi consiguiendo que sólo por él merezca la pena buscar el cómic para atesorarlo en la estantería.

Con ciertas similitudes en lo referente a volumen y presencia con el dibujante Freddie E. Williams II e incluso, salvando las diferencias, con Joe Madureira, puedo afirmar que el apartado gráfico está a un muy buen nivel que incluso pueden llegar a reconocerse a los miembros del grupo. Todo sin estridencias de ningún tipo ya que la historia apenas da pie a ello y que combina acertadamente con unos colores cumplidores de la mano de, ni más ni menos, que seis coloristas. Todo muy correcto.

Aquí no existe un anillo único que salve el día ya que, literalmente, la aventura acabó antes de empezar. Pero olvidaos del cómic, de la historia. Esto sólo ha sido una sucia jugarreta para lo importante, lo trascendente: hablar de Wu-Tang Clan. Este cómic inacabado es una simple muesca en un logo tan reconocible como la manzana mordida de Jobs y que ha convertido a los de Staten Island en EL GRUPO de rap con mayúsculas ¿Quiénes si no pueden permitirse el lujo de salir en un cómic fallido y aún así seguir revolucionando? Y recordad, como dijo Old Dirty Bastard “Wu-Tang is for the children” y los niños son el futuro del cómic. ¡Wu-Tang Forever!

Reseña escrita por https://www.instagram.com/arkhamkaveli/

Esta reseña, modificada y actualizada, formó parte originalmente de Zona Zhero.

Título original: The Nine Rings of the Wu-Tang TPB

Autor: Brian Haberlin, Aaron Bullock, Clayton Henry, etc

Editorial: Avalon Studios / Image Comics

Fecha de Publicación: Diciembre 2000

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